Fotografía: Edén Torres 

Lina Matilde es colombiana, pero se tatuó el rostro con la esencia de México, ella es la primer Catrina Viviente en el país y en el mundo. 

«Quien me ve haciendo mercado se asombra, se me quedan mirando con extrañeza pues no saben que estoy tatuada y no tengo más de otra, sino ser la catrina de todo el año», relató.  

Su idea surgió hace 3 años cuando llegó a México, su llegada al país le devolvió la vida pues pasaba momentos difíciles en su natal Colombia, aquí conoció al amor de su vida, artista de profesión. 

Al coincidir con el que ahora es su pareja decidió continuar con la tradición del creador José Guadalupe Posada y de quién la vistió el mexicano Diego Rivera.  

Lina consideró que al ser mexicano su actual pareja debía seguir la línea y decidió tatuarse su rostro con el símbolo popular de la muerte.  

«Me encanta toda su cara de la Catrina, su historia, todos los iconos fantásticos de México y de ahí la idea de seguir adelante con este proyecto», contó.  

Su meta es engendrar a la muerte en todo su cuerpo, además adornarlo con la cultura mexicana, formar una ofrenda con el pan de muerto y la gastronomía mexicana. 

Para dibujar en su rostro a la Catrina lleva 5 sesiones cada una de alrededor de 10 horas, «cada parte del cuerpo es una experiencia entre comillas nueva porque es un dolor nuevo pero la emoción de seguirme tatuado es lo que impulsa». 

Sus ojos son adornados con guirnaldas que lucen en lo profundo con colores brillantes, en su mentón y frente se dibujan dos flores, sus labios también los tiene tatuados con costuras, convirtiéndose así en un icono de la cultura mexicana.  

«Estoy abierta a todos los medios y todas las propuestas para darla a conocer y seguir buscando los récords Guinness porque no me creen que es en serio que quiero darle vida a la muerte», señaló. 

La Catrina Ambrosio no se arrepiente de tatuarse el rostro de la Catrina, al contrario, se siente orgullosa pues aseguró que la catrina representa más que una imagen de aquellos que ya no están vivos.

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