Fotografía: Especial

Más del 80 por ciento de las mujeres que interrumpen su embarazo se asumen católicas, informó  María de la Luz Estrada, coordinadora del área de violencia de género y derechos humanos de Católicas por el Derecho a Decidir, durante el lanzamiento de la campaña “Otra mirada católica del aborto”.

De abril del 2007 a mayo de 2019, en la Cuidad de México se han practicado 212 mil 196 interrupciones legales del embarazo, de las cuales, mil 139 corresponden a féminas hidalguenses.

Sentenció que las mujeres que profesan la fe católica que se enfrentan a la decisión de  interrumpir  su embarazo, lo hacen en medio de culpas y en un contexto en el que la sociedad y la jerarquía de su iglesia promueven mensajes discriminatorios que estigmatizan y criminalizan a las mujeres.

Explicó que la tradición católica reconoce que las mujeres tienen capacidad para tomar decisiones en todas las esferas de su vida, lo que significa que las féminas son sujetos morales que tienen la capacidad de decidir o distinguir lo que es mejor para ellas.

Consideró que muchas de las mujeres que se han visto en la necesidad de interrumpir un embarazo, lo hacen porque su vida o su salud puede estar en peligro, viven violencia con sus parejas o simplemente no se sienten seguras de llevar a buen término un embarazo que no buscaron.

Destacó que al interior de la iglesia existen principios y normas que garantizan que las decisiones y la libertad de conciencia de las mujeres que tomen la decisión de un aborto deben ser respetadas y respaldadas.

La campaña, precisó que busca contribuir a reafirmar la autoridad moral de las mujeres para tomar decisiones sobre su salud y su vida reproductiva, así como para visibilizar que en la iglesia existen diferentes posturas sobre el aborto, por lo que no condena esta práctica en algunas circunstancias.

El Código del Derecho Católico contempla excepciones para la aplicación de una pena cuando: Es menor de 16 años, ignoraba que infringía la ley, actuó por violencia o de manera accidental, presionada por miedo, para evitar un grave daño, en legítima defensa lo hizo por necesidad y carencia de uso de razón.

Por último, lanzó un llamado a la jerarquía de la iglesia católica  y a la feligresía a respetar la decisión de las mujeres a interrumpir un embarazo y no juzgarlas, no rechazarlas y no discriminarlas por sus decisiones.

 

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