Fotografía: Especial
El gasoducto Tula-Tuxpan representa un atentado a los derechos colectivos de las comunidades indígenas de Valle del Mezquital y la Sierra Otomí-Tepehua en la entidad hidalguense, así lo sostiene la investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), Dalia Cortés Rivera, quien en un estudio sobre este fenómeno, visibiliza la participación activa de la mujer como una forma de conciencia y resistencia.
En la investigación titulada “En defensa del territorio: la participación de las mujeres jóvenes de la región Otomí-Tepehua en torno a la imposición del gasoducto Tula-Tuxpan”, expuso que en un contexto capitalista donde los intereses de las grandes empresas trasnacionales se sobreponen a los de las minorías, como son los grupos indígenas, el papel de la mujer ha sido fundamental para concientizar a las comunidades y crear una resistencia ante estos embates.
La profesora adscrita al Área académica de Sociología y Demografía del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSHu), explicó que desde finales del siglo XX los megaproyectos se han configurado como una amenaza para los territorios rurales e indígenas de México, como es el caso del gasoducto Tula–Tuxpan.
De acuerdo con la académica, en 2015, para llevar a cabo el proyecto del gasoducto Tuxpan-Tula la Comisión Federal de Electricidad (CFE) concesionó la construcción, posesión y operación a la empresa TransCanada. Sin embargo, mencionó que a su paso por Hidalgo, el gasoducto involucra a cerca de una decena de municipios, varios de ellos ubicados en dos de las tres regiones indígenas de la entidad: el Valle del Mezquital y la Otomí-Tepehua.
Para la mayoría de las comunidades, la llegada del gasoducto ha significado un atentado sistemático a sus derechos colectivos, sostuvo la doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Xochimilco.
Ante dicho embate, las mujeres, jóvenes herederas de liderazgos femeninos, se constituyeron en el capital social y político, mientras que aquellas que son profesionistas conformaron el capital cultural, para ser los medios para informar y concientizar a sus comunidades sobre las implicaciones del paso del gasoducto por sus territorios.
Estas acciones significaron el ingreso a un campo de lucha y negociación constante con sus comunidades y con el gobierno municipal, refirió la investigadora en su estudio. “Su pertenencia comunitaria, su experiencia escolar, el contacto con activistas y sus acercamientos con el marco jurídico, les valieron como capitales para que actualmente las comunidades de San Nicolás, Santa Mónica y Peña Blanca, pertenecientes al municipio de Tenango de Doria, estén alertas”, explicó.
Ante esa problemática, la investigadora analiza la participación de las mujeres jóvenes en la defensa del territorio en la región Otomí-Tepehua, en un contexto en el que se encuentra implantado el capitalismo contemporáneo o neoliberalismo. Por ello, Dalia Cortés resaltó la vigencia de esta investigación cualitativa en la que utilizó herramientas conceptuales que aporta le teoría de los campos y capitales de Pierre Bourdieu.
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