La nueva “anormalidad”

 

Lamento no poder escribir el concepto que se maneja con tanta insensibilidad e incluso ironía de parte de nuestros gobernantes, como la nueva normalidad.  

Empiezo mencionando que las cifras que se nos manejan en los medios de comunicación tienen más incongruencia que decir que la luna es de queso. Decir que no hay desempleo, cuando ya más de 12 millones de mexicanos no gozan de este derecho, pretender que la normalidad nos va a llevar a ser una sociedad justa, la noticia de cada semana que ya llegaremos a la curva del contagio es tan inverosimil  y en efecto, cada semana estamos en la curva;  pero de la desigualdad, la desnutrición, el desempleo, la incertidumbre cuando hoy nos dicen que estamos en semáforo rojo, luego en naranja y a las dos horas que siempre no, que ya volvimos a rojo cuando en los medios de comunicación informan que el semáforo cambiará cada dos semanas….entonces esto no puede ser normal. Más bien es anormal.

Ayer se publica que el regreso a clases será a través de las televisoras, y nos pintan una realidad motivadora, donde todos tendrán acceso a los planes y programas las 24 horas del día con clases espectaculares y que las personas que no tengan televisor o incluso luz, el gobierno va a tomar medidas, dice nuestro insensato Presidente.

Hay opiniones divididas entre los sindicatos magisteriales, angustia de los padres de familia porque no hay quién cuide a sus hijos mientras ellos trabajan, los colegios privados haciendo ajustes a su organización administrativa y las escuelas públicas a punto del colapso.

Todo lo anterior no puede recibir otro concepto que no sea la “Nueva anormalidad” porque a lo nuevo no se regresa. 

Saludar desde lejos, expresar nuestros sentimientos a distancia, dialogar detrás de una careta y ocultar la sonrisa detrás de un cubrebocas, es anormal; sin embargo, necesario para preservar la salud. 

Lo que por ahora nos corresponde hacer ante estas circunstancias nada gratas es practicar la resiliencia, paciencia y teniendo como  desafío la búsqueda de aquello que no repita los patrones que nos llevaron a verter lágrimas y a generar sufrimiento a los demás.

Al contrario, que esta circunstancia despierte en nuestro ser la libertad de elegir actuar en beneficio de los demás y hagamos a un lado el egoísmo, la competencia insana, la destrucción y propaguemos amor en lugar de miedo.

Es así como tendremos la felicidad que merecemos.

 

 

SJA