Gracias, gracias, gracias

 

¿Cuántas veces no hemos escuchado, esta palabra? “Gracias” Si alguien nos pasa un objeto, si al estornudar nos desean salud, al recibir el cambio de una cuenta que pagamos; la palabra “Gracias” la utilizamos de entre 15 y 20 veces al día… ¿Será por eso que no nos damos cuenta del impacto espiritual que tiene este vocablo?

De acuerdo con su definición gracias proviene del vocablo gratia que significa honra. Por lo tanto, es: el reconocer a otro un favor recibido. Retomando la palabra Gracias en la historia, podemos encontrar que después de Cristo inició la tradición de “Dar Gracias”, a nivel social existe un “Día de Acción de Gracias” y puedo mencionar un sin fin de motivos para dar ¡¡Gracias!!

En el aspecto educativo varios pedagogos han expresado la importancia de dar gracias, ser agradecido, tener gratitud. Por mencionar a alguno, Don Bosco dice al respecto: “De un corazón agradecido, todo se puede esperar” y es correcto. Una persona que no da las gracias por lo que es, por lo que tiene, por lo que le rodea; lo único que va a generar es inconformidad porque entonces coloca su atención y energía en lo que le hace falta y esto le llevará a tener una vida miserable.

Si bien es cierto, el dar las gracias es un acto de buenos modales; sin embargo, cuando la transpolamos a la práctica diaria como un valor para convertirla en la virtud de la gratitud, estamos haciendo una mejora en nuestra conducta y creciendo de forma espiritual, por lo tanto se reflejará en la sana convivencia, en el bien estar conmigo mismo y con los demás.

Entonces y solo entonces el ser agradecido se refleja en cuidar de la naturaleza, respetar el espacio de las personas con quienes convivo, darle el justo valor a cada acontecimiento y siendo objetivos ante la realidad que en el aquí y el ahora nos toca vivir.

Hay dos maneras de vivir la gratitud: modo defensa, modo creativo; el primero es manifestar felicidad y sentirse contento porque los resultados fueron los esperados y cuando esto no sucede hay desgano, desánimo y frustración; el segundo, es tomar la gratitud como un hábito en el diario vivir, aceptando con tranquilidad lo que sucede sin crear expectativas; por tanto la consecuencia es constante evolución, madurez y salud mental.

Al leer mis líneas te preguntarás ¿cómo se hace? ¿cómo saber si soy agradecido? ¿hay alguna receta para ser agradecido? Mi respuesta es simple: solo da gracias por todo ¿cómo; así nada más? Me responderás y yo reitero: ¡sí¡ así nada más di ¡¡Gracias!!

¡Gracias por estar vivo!
¡Gracias porque estoy sano!
¡Gracias porque mis cinco sentidos funcionan!
¡Gracias porque no soy yo quien está ocupando una cama en el hospital!
¡Gracias porque no estoy en el lugar de quien está intubado!
¡Gracias porque tengo alimentos en la mesa!
¡Gracias porque doy y recibo amor!

Y podría hacer una lista infinita de los motivos que hoy tengo para dar gracias. Puedo compartir un ejercicio de gratitud diaria y solo consiste en enumerar, antes de dormir, diez cosas por las que estas agradecido y así diariamente hasta que logres que se haga un hábito. Sorprendentemente te darás cuenta que al día a día serán más de diez, cientos, quizá miles las cosas por las que puedes dar gracias.

Hoy doy gracias por lo que soy, por lo que hago y por lo que tengo para soñar
¡Gracias, gracias, gracias! Por leerme.

 

SJA