Que todo fluya y que nada influya

 

Hoy les hablaré acerca de los niveles del apego. Por un principio te diré, querido lector, que el apego no es otra cosa más que el aferrarse de manera caprichosa a algo que desde el punto de vista personal debe suceder; o bien, estar apegado a alguien que sentimos que sin esa persona no somos nada, no valemos y no somos felices.

El apego a nuestras opiniones, a nuestra forma de ser, a nuestras ideas filosóficas, permea para no tener una convivencia armónica y en paz; nos llegamos incluso a pelear por defender lo que creemos es la verdad a nuestra percepción de la realidad.

A veces queremos forzar a las personas a tener las mismas ideas que nosotros, y eso es apego que no nos deja nada bueno, ya que solo aflora nuestro ego y poca flexibilidad para romper paradigmas que ya tenemos muy arraigados; esto causa un sinfín de conflictos en el ambiente familiar, laboral y social.

Cuando tenemos apego a las personas aún es más peligroso, ya que creemos que sin esa persona no somos felices, cuando en realidad la felicidad está dentro de nosotros.

Recordemos que todo viene de dentro, como un espiral, así es el universo, todo está en sincronía desde dentro y lo que sale es lo que realmente hay en el corazón del ser humano.

Sobre todo, se da el apego en personas solitarias cuando prefieren no estar solos y por ello están con “quien sea” para mitigar la soledad.

No es posible que entre nosotros nos hagamos tanto daño queriendo mantener una relación que sabemos es tóxica y que, por no estar solos, preferimos soportar lo que no nos gusta.

¿Acaso no seremos capaces de encontrar alguien a fin a nuestras valores y forma de ser? Yo estoy cierta de que sí, la situación radica en que a veces no nos creemos merecedores de lo bonito y nos conformamos con lo que hay.

¡Atención! Somos valiosos, brillamos con nuestra luz propia, no requerimos de otro para ser nosotros; la autenticidad está en mí, no en lo que el otro me proporciona; yo tengo la capacidad de ser feliz con o sin una persona al lado.

Dejemos fluir la convivencia con los demás, nadie nos firmó título de propiedad ni nosotros se lo hemos firmado a nadie, somos seres únicos con la capacidad de actuar en total libertad y sin respetos humanos para cuando se trata de tomar de decisiones.

Deja que fluya y que nada influya; lo que va a ser, será, y todo lo que está destinado para ti, nadie te lo va a quitar.