Fotografía: Cris Huerta

 

Lo que comenzó como una jornada de protesta pacífica por el Día Internacional de la Mujer, con la colocación de mensajes exigiendo justicia y tendederos de deudores alimentarios, terminó en enfrentamientos entre manifestantes y la Policía Estatal.

Tras recorrer la ciudad, miles de mujeres se concentraron en Plaza Juárez, donde al principio sólo realizaron pintas en las vallas metálicas que habían sido colocadas la noche anterior para resguardar el Edificio de Gobierno.

Sin embargo, la situación escaló cuando un grupo de manifestantes comenzó a golpear las barreras de metal y a desprender sus soportes, logrando derribarlas poco a poco.

Entre consignas como “Somos malas, podemos ser peores”, celebraron la caída de las vallas, dejando expuesta la entrada principal del edificio; ante esto, elementos policiales se agruparon frente a la sede del Ejecutivo, formando un muro de contención.

Manifestantes prendieron fuego con los carteles y pancartas que portaron durante la marcha, lo que provocó una nueva confrontación cuando los policías intentaron apagarla con extintores.

Este acto generó molestia entre las asistentes, quienes respondieron lanzando objetos como palos, piedras y botellas; en respuesta, los agentes utilizaron gas lacrimógeno para dispersar a la multitud.

Durante los forcejeos se realizaron varias detenciones, entre ellas la de una menor de edad, lo que generó indignación entre activistas y participantes de la marcha.

Tras negociaciones entre manifestantes y representantes de la policía, se logró la liberación de tres jóvenes que posteriormente acudieron a la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Hidalgo (CDHEH) para presentar una queja por el actuar de los elementos de seguridad.

Luego de estos incidentes, la movilización se fue disolviendo gradualmente; sólo un grupo reducido de mujeres permaneció en el lugar coreando consignas, pero sin más enfrentamientos con la policía.