Fotografía: Cris Huerta
Con la llegada de la temporada de Día de Muertos, las calles de Pachuca se llenan de color, aroma a cempasúchil y del característico sabor del pan de muerto, uno de los elementos más importantes en las ofrendas mexicanas.
Este pan no sólo es una delicia culinaria, sino también un símbolo cargado de historia, tradición y significado espiritual.
En entrevista con Al Día Noticias, Gustavo Vargas, propietario de la panadería La Flor de Pachuca, explicó la importancia de esta temporada tanto para su negocio como para las familias que conservan la costumbre de colocar este pan en sus altares.
“El pan de muerto simboliza una tumba, y las canillas representan las extremidades del difunto; la bolita superior simboliza su cráneo”, comentó al destacar el profundo sentido simbólico detrás de su elaboración.
En México existen múltiples formas y estilos de pan de muerto según la región, como los angelitos, las ánimas, los cruzados de Acaxochitlán o la botana, reflejando la riqueza cultural y creatividad de los panaderos.
En La Flor de Pachuca se elaboran todas estas variedades, respetando recetas tradicionales y usando ingredientes frescos que han pasado de generación en generación.
Vargas indicó que aunque el pan de muerto se produce durante todo el año, la demanda se incrementa conforme se acercan los días 31 de octubre y 1 de noviembre, cuando las familias preparan altares y reuniones.
Los precios varían entre 15 y 100 pesos, con opciones intercaladas para todos los bolsillos, y durante la temporada amplían sus horarios para satisfacer la alta demanda y ofrecer pan recién horneado.
Finalmente, el panadero enfatizó que lo más importante es mantener viva la tradición mexicana: “El pan de muerto es una forma de recordar a quienes ya no están y celebrar la vida; mientras alguien lo compre o lo elabore, la tradición seguirá viva”.