Fotografía: Especial
Los restos mortales del dictador español Francisco Franco fueron exhumados de su tumba en un grandioso mausoleo a las afueras de Madrid. El exgeneral fue enterrado más tarde en el día en una cripta familiar en un cementerio próximo.
La operación, ordenada por el gobierno y que se celebra a puerta cerrada, satisface una antigua demanda de familiares de las decenas de miles de víctimas de la guerra civil y el franquismo.
Según informó la agencia EFE, tras extraer el ataúd de debajo de las losas de mármol y granito que lo protegían en el interior de la basílica del Valle, el sacerdote ofreció un breve responso ante la familia.
El féretro salió del templo a hombros de sus familiares hasta un coche fúnebre, que lo llevó a un helicóptero en el que fue trasladado al cementerio de Mingorrubio, a unos 57 kilómetros (35 millas) de distancia.
En un intento por proteger la privacidad y evitar que las labores de exhumación fuesen grabadas y publicadas en redes sociales, el gobierno prohibió que los asistentes al acto, 22 miembros de la familia Franco, funcionarios gubernamentales y trabajadores, llevaran cámaras y celulares.
Por temor a posibles disturbios, las autoridades prohibieron una manifestación contra la exhumación en el cementerio de Mingorrubio, aunque unas 400 personas, algunas de ellas con banderas anticonstitucionales y coreando “Viva Franco”, se congregaron en las inmediaciones del panteón bajo la mirada de la policía.
Francisco Franco gobernó España entre 1939 y 1975. Llegó al poder tras tres años de guerra civil que comenzaron con un alzamiento militar que él ayudó a impulsar contra el gobierno democrático.
Católico convencido, consideró la guerra y la posterior dictadura como una especie de cruzada religiosa contra las tendencias anarquistas, de izquierdas y laicas del país.
Su gobierno autoritario, junto a una Iglesia católica profundamente conservadora, mantuvo a España aislada de los avances políticos, industriales y culturales ocurridos en Europa durante casi cuatro décadas.
El país volvió a la democracia tres años después de su muerte, pero su legado y su huella en la política española siguen despertando rencores y pasiones.
El proceso de exhumación fue autorizado finalmente por el Tribunal Supremo en septiembre, cuando rechazó un recurso presentado meses antes por la familia Franco para pararlo.
SJA