Fotografía: Especial

Hoy se cumplen 50 años de la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. «El 2 de Octubre no se olvida”.

2 de Octubre de 1968, día en que aproximadamente 10 mil personas se congregaron en la explanada de la Plaza de las Tres Culturas para escuchar a los oradores estudiantiles del Consejo Nacional de Huelga, día que, se tenía contemplado, el ejército entregaría las instalaciones de la UNAM.

En la historia se menciona que la multitud estaba compuesta en su gran mayoría por estudiantes, el ambiente era tranquilo a pesar de que la policía, el ejército y los granaderos habían hecho un gran despliegue de fuerza.

Entre las peticiones más importantes del movimiento destacaban: la libertad de todos los presos políticos, la derogación del artículo 145 del Código Penal Federal, la desaparición del cuerpo de Granaderos, la destitución de los jefes policiacos, indemnización de familiares afectados y deslindamiento de responsabilidades de los funcionarios culpables.

Posteriormente estudiantes tomaron la palabra y exigían sus derechos; sin embargo, algunos oradores atacaron a los políticos, y propusieron el boicot contra el diario El Sol, por otra parte cuando un estudiante apellidado Vega anunciaba que la marcha programada al Casco de Santo Tomás del Instituto Politécnico Nacional no se llevaría a cabo, surgieron los primeros disparos.

¨Los disparos surgían por todos lados, lo mismo de lo alto de un edificio de la Unidad Tlatelolco que de la calle donde las fuerzas militares en tanques ligeros y vehículos blindados lanzaban ráfagas de ametralladora casi ininterrumpidamente…’ se señala en el libro La noche de Tlatelolco de  Elena Poniatowska.

En tanto, Jorge Avilés, redactor de El Universal escribió el 3 de octubre de 1968: «Vimos al ejército en plena acción; utilizando toda clase de armamentos, las ametralladoras pesadas empotradas en una veintena de yips, disparaban hacia todos los sectores controlados por los francotiradores.»

Por último, Elena Poniatowska, menciona que la sangre pisoteada de cientos de estudiantes, hombres, mujeres, niños, soldados y ancianos se ha secado en la tierra de Tlatelolco, ‘Por ahora la sangre ha vuelto al lugar de su quietud, más tarde brotarán las flores entre las ruinas y entre los sepulcros’.

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