Un Grabado de Hesiquio Iriarte

 

 

En 1864, al concluir los trabajos de la Comisión Científica de Pachuca, encabezada por el Ingeniero Ramón Almaraz, el gobierno Imperial de Maximiliano de Habsburgo, decide publicar el resultado de tales investigaciones, por lo que se contrataron los servicios de la antigua Imprenta de Manuel Murguía, que desde 1846 se había establecido en el Portal del Águila de Oro número 5 de la ciudad de México, casa que envío de inmediato al mejor de sus grabadores, el Joven Hesiquio Iriarte, a efecto de realizar las ilustraciones que deberían contener, dicha obra.

A Iriarte correspondió el grabado que hoy ilustra esta entrega relativa a una panorámica de Pachuca, lograda dese las alturas de San Juan Pachuca, sitio donde desemboca la cañada del “Tulipán” formada entre los cerros de San Cristóbal y La Magdalena, en la que pude notarse en primer plano la hacienda de beneficio argentífero de “La Luz” hoy Loreto.

En la que se aprecia el gran patio donde se aplicaba el sistema de beneficio por amalgamación, practicado por primera vez en Pachuca hacia finales de 1554, obsérvense las bestias de tiro repasando la amalgama –mezcla de mineral con azogue o mercurio– en las artesas que se tienden la expanda.

Al fondo se tiende la ciudad en la hamaca que forman las montañas que la circundan y dan paso al pequeño vallecillo otrora denominado Tlahuelilpan por ubicarse en ambas riberas del entonces caudaloso Río Pachuca –hoy de la Avenidas– en el extremo derecho, se aprecia el templo de Nuestra Señora de Guadalupe, construido al lado del Hospital de San Juan de Dios –hoy Salón de Actos Baltasar Muñoz Lumbier perteneciente a la Universidad Autónoma de Hidalgo.

En el extremo contrario –izquierdo– se aprecia el edificio de la Caja Real o Las Cajas y detrás de él las dos torres de la Parroquia se la Asunción; finalmente al fondo, sobresale ya en los confines de la población el Convento de San Francisco con sus cuatro claustros y la enorme Huerta.

El amorfo y blanquecino panorama del caserío, urdido en ambas riberas del Río, alojaba en esos años unas 12 mil almas, aunque las frecuentes bonanzas permitían avizorar que aquella ciudad estaba destinada a crecer mucho más, lo que se comprobó después de que en 1869, fue designada de manera tácita como capital del naciente Estado de Hidalgo.

 

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SJA