Fotografía: Especial 

 

Las mujeres no deben abortar pese a que haya sido embarazo por violación, señaló Dulce María Almira, médico y representante de Fundación Amigos en Tulancingo, quien  apoya a mujeres que sufrieron violencia al tener un embarazo.

“Recibimos 10 familias diarias, no exactamente en esta situación, pero en caso de violación a veces dos al mes, aunque no hay una cifra exacta” aseguró Dulce María, también integrante del Consejo Interreligioso de Hidalgo.

En los casos en que las mujeres han sido violentadas se ha tenido una “buena respuesta” gracias a los apoyos que se les dan “cuando ellas entienden muy bien el concepto de la familia, su idea cambia”

Dulce María está a favor de que se conciba al bebé porque existen otras vías de solución, pues señaló que el ser humano que se tiene como producto de la violación no pidió vivir en esas circunstancias, “nosotros como fundación estamos ayudando para trabajar con la sociedad y apoyar en pro de estas mujeres”.

Algunas de las soluciones es dar en adopción a los niños o se buscan otras alternativas, pero nunca se “acude” a la “muerte de un ser humano”.

Esta asociación civil también trabaja con jóvenes, mujeres niños y matrimonios para poder ir a la raíz para formar familias “fuertes”.

“La mayoría de las mujeres que decide abortar en su minoría es por violaciones, creo que el derecho a la vida no es negociable, el hecho de que algunos diputados tengan el concepto o pensamiento equivocado de que la vida se negocia, nadie tiene derecho a morir” aseguró Dulce María.

Asimismo, señaló que en Uruguay el porcentaje de personas que abortan y tienen un trauma es muy alto, “después de un aborto ninguna mujer es igual, la mayoría de las mujeres que aborta tiene un alto porcentaje de pensamientos de suicidios y psicológicamente no quedan sanas”.

Finalmente, recalcó que la decisión del aborto no solo es un permiso para asesinar o matar sino que también roba propósitos y destinos.

 

 

SJA