Pachuca en 1919

 

Hace ya un siglo fue lograda esta fotografía que capta a la ciudad de Pachuca de oriente a poniente, en la que llama la atención la figura de los dos pastorcitos que se ubican en el primer plano, admirando a la ciudad al tiempo que cuidan a la que debió ser su cabra favorita; es probable que ese par ya no viva desde hace mucho tiempo, pero entonces fueron el mejor marco para lograr una artística placa fotográfica.

Obsérvese que a un lado del edificio del Instituto Literario, aun no se construía la escuela Politécnica, ya que esta empezó a edificarse en 1930, un poco abajo a un lado del Monumental Reloj de la Plaza Independencia, puede apreciarse, pegado a la roca, el teatro “Bartolomé de Medina” que sería demolido en 1943, puede también destacarse que la plaza del Reloj –inaugurado la noche del 15 de septiembre de 1910– lucía aun para ese 1919, el mal cuidado jardín lleno de frondosos árboles, que rivalizaban y ocultaban al gran monumento de cantera.

Otro motivo digno de destacarse, es la pequeñez de la mancha urbana, que al sur apenas llegaba a los patios de la estación del Ferrocarril Hidalgo –propiedad del acaudalado hidalguense Gabriel Mancera– por el poniente, la frontera citadina no se extendía más allá de la actual calle de “Instituto” –unos metros arriba de aquel plantel– por el norte, llegaba hasta la Hacienda de Loreto y al poniente lindaba con el barrio de la “Cruz de los Ciegos”, finalmente nótese la mina del “Porvenir” hoy barrio de ese nombre en lo que por entonces eran las afueras de la ciudad.

Aquel Pachuca fizaba entonces los 41 mil habitantes, y era una ciudad eminentemente minera, el 70 por ciento de sus habitantes dependía de la industria extractiva o de industrias conexas y solo unas cuantas personas se dedicaban a actividades como el comercio, los servicios profesionales y solo el 3 por ciento dependía de actividades agropecuarias, de modo que este par de pastorcitos, pertenecía a esta última minoría, dedicada a la agricultura, tal vez por ello permanecen embelesados, al observar el humo que despiden las haciendas de beneficio de la plata y el ensordecedor ruido de los molinos, que aun en aquellas alturas podía escucharse.

Hoy a cien años de distancia, usted amable lector tiene la oportunidad de sentir la fascinación de esta histórica fotografía que nos habla del pasado, con toda claridad. ¿no cree usted?

 

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SJA