Los desvalores de la democracia.
“Sobre la Constitución nada, nadie sobre la Constitución”

José María Iglesias

Por: Mario Ernesto Pfeiffer Islas

Esta participación no pretende ser un código moral de la política o la intromisión a la libre determinación que tiene cualquier pueblo del mundo, sino un llamado a reflexionar sobre lo que puede ocurrir por intereses personales o de grupo en el intento burdo y majadero de romper la institucionalidad que afecta cualquier pacto constitucional.

La palabra constitución viene de los vocablos latinos “constitutio” “onis” que significa la acción o efecto de constituir, así por conducto de las cartas supremas de los estados, se crea, como lo interpretara Rousseau, un pacto social, en el cual jurídicamente se reconocen los derechos mínimos que la autoridad debe respetar y la organización estatal del gobierno. Eso se constituye en un documento fundamental los derechos y las instituciones.

Lo ocurrido la semana pasada en los Estados Unidos de América, específicamente en su capital, Washington D.C. nos lleva desde la Visión Constitucional a reflexionar sobre las relaciones de poder que se deben dar en un estado constitucional de derecho. Desde el autor más conocido sobre la división de poderes, Montesquieu, cuya premisa fundamental era, que el “poder frene al poder”, hasta las teorías más recientes que llaman a una colaboración entre los poderes (que no es subordinación), lo cierto es que las constituciones representan el documento que nos da base y guía el futuro de cualquier nación.

Más allá de filias y fobias, no es admisible, que quien tiene la titularidad de Ejecutivo Federal en aquel país, Donald Trump, primero exigiera a las autoridades electorales estatales detener el conteo en los lugares que las votaciones le eran adversas, luego la cadena de noticias CNN difundió que el presidente Donald Trump presionó al secretario de Estado de Georgia, Brad Raffensperger, para que “encontrara” votos para anular los resultados electorales después de su derrota ante el presidente electo Biden, según una grabación de audio de una llamada telefónica obtenida y reportada por primera vez por The Washington Post y posteriormente que el mismo personaje arengara a sus seguidores a llevarles “valentía” a los legisladores de su propio partido, que se encontraban ya en el proceso del conteo de los votos, para que se opusieran al triunfo de Joe Biden; nada más y nada menos que en el Capitolio, la representación del Poder Legislativo Federal.

La toma del Capitolio (lo que en México sería el Congreso de la Unión), solo por desconocer el triunfo de Biden en su vetusto sistema electoral, no solo refleja un mantener el poder por el poder mismo, sino un grave atentado, al no respetar el pacto constitucional adoptado por sus compatriotas desde el año de 1789.

Tal fue el desaseo del manejo político de Trump, que algunos de los mismos legisladores del partido republicano, al que pertenece, no solo dejaron de apoyarlo, sino inclusive se pronuncian por llevarlo a un juicio político.

La historia constitucional norteamericana no ha sido tersa, hubo compromisos para su aprobación que derivaron en las primeras 10 enmienda de 1791 y se concretaron 14 más entre 1798 y 1964.
El apartado 3 de la Enmienda 25 establece la transferencia del poder Ejecutivo al vicepresidente, cuando el titular, declare que está incapacitado para cumplir con sus funciones o con sus obligaciones. En el caso Trump los legisladores piden aplicar la Enmienda 25 por incitar a la violencia y ocasionar al menos cinco muertes en Washington D.C.

Mientras que Donald Trump en sus últimos días de mandato parece que lo único que le urge es auto-indultarse.
Visionare: Veamos si la revuelta en el Capitolio no fue una jugada para evadir alguna otra responsabilidad.

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