Permiso para equivocarse

 

Hoy quiero empezar con un tema que, personalmente, me causó mucho asombro y fue el permiso a equivocarme. Siempre nos dicen que cada fracaso hay que convertirlo en aprendizaje, pero la verdad es que cuando algo sale mal, te duele mucho el golpe y se debe dejar pasar un tiempo en lo que sana la herida.

Pues te pega física, emocional y económicamente, hablando de los negocios. Aunque debiera ser de inmediato el decir “bueno, no importa, vamos a darle para adelante”, siempre necesitamos este periodo de duelo, para asumir lo que pasó y poder entender realmente qué debemos aprender de ese error que hemos cometido y algunas veces, hasta ¡alcanzar a verlo!

Porque sabemos que algo salió mal, el fracaso lo tenemos enfrente y es evidente, pero el error cometido no lo es, por eso no vemos qué es lo que hicimos mal, dónde nos equivocamos, qué se pudo haber hecho para cambiar la situación y no volver a cometerlo.

Hace tiempo con dos de mis amigas y personas de las que más aprendo todos los días, empezamos un club de lectura que, honestamente ha sido sumamente complicado seguir el ritmo porque no encuentro mucho tiempo para leer, pero trato de hacerlo, siempre es importante mantenerse al día.

El punto es, que el primer libro me pareció ideal: Permission to screw up* (Permiso para equivocarse) de Kristen Hadeed. Y les tengo que confesar que, lo que más, más, me impactó fue el inicio. Habla sobre la perfección, describe a las bailarinas de ballet, los movimientos tan exactos y bellos que ejecutan pero que al final no pueden mantener por mucho tiempo ya que la perfección es momentánea y eso es lo que hace tan bello.

Por mucho que queramos hacer las cosas perfectas ¡va a ser imposible! Somos humanos, debemos de darnos permiso para equivocarnos y aprender de nuestros errores. Este libro nos va presentando muchos ejemplos de errores que la autora vivió en su empresa, cómo aprendió de ellos y fue corrigiéndolos en el camino, con el fin de encontrar una ruta efectiva para su propio modelo de negocio.

Cuando decidimos emprender o hacer algo, muchas veces no queremos lanzarlo hasta que queda perfecto y es ahí donde se nos van la vida, las ideas y los recursos. ¡Nunca va a estar perfecto! Siempre tendrá áreas de mejora, pero si no nos aventamos, no vamos a saber qué está bien y qué está mal.

Existe un concepto que me parece valiosísimo que es el M.V.P. o Producto Mínimo Viable, esto ¿qué quiere decir? Se trata de una versión de tu producto o servicio básica, con las mínimas características, pero con esta versión beta, puedes acercarte a tu mercado para que lo pruebe, veas cómo interactúan con él, qué dudas tienen, si sirve o no sirve, qué aspectos valora más el consumidor. Con toda esta información, sabrás si lo que crees que tu cliente necesita es verdad y así podrás minimizar o por lo menos, controlar el riesgo de falla.

Siempre que quieras aventarte a crear o innovar te recomiendo que escuches a tu cliente, él siempre te dirá si lo que pretendes venderle le sirve o no. Claro que necesitamos invertirle a desarrollar estos modelos de prueba, pero siempre será mucho más barato y menos doloroso que abrir con toda la emoción y que al final no se venda lo que con tanto cariño has soñado.

Te dejo una fotografía del libro que te recomiendo, así como un poco más de información acerca del MVP en www.lfgc.mx para que puedas aprender de esta herramienta. Nos seguimos leyendo aquí en AL DÍA.

 

 

SJA