Dejad que los niños se acerquen a mí

 

Comienzo la columna de hoy con una frase del gran maestro que nos menciona la Biblia, donde nos narran que estaba una multitud y los niños querían saludarle; entonces los discípulos de Jesucristo no dejaban que se acercaran a él y Jesús les emite con autoridad la frase del encabezado.

¿Qué realmente significa? Que los niños son la esperanza, la pureza, la transparencia, la sonrisa plena y sincera; sin embargo, la siguiente cuestión es: ¿los niños de México se caracterizan por ser lo que antes mencioné?

¿Por qué razón de pronto esa sonrisa plena se convierte en una carita marcada por la tristeza, el desasosiego, la incertidumbre, el hambre?

Se presume que uno de cada tres niños sufre pobreza extrema, otros tantos padecen maltrato en sus hogares manifestado en golpes, vocabulario altisonante y acompañado de gritos desesperantes de parte de los padres intolerantes.

A la lista se suma la desnutrición, el abandono, agresiones sexuales, deserción escolar. Definitivamente las líneas de la columna no me alcanzarían para enumerar todos y cada uno de los atentados hacia los niños mexicanos.

Amar a nuestros niños es la mejor medicina para ellos; marcar límites sanos es demostrarles amor, sancionarlos por alguna falta es amor; no cumplir sus caprichos aceptando sus berrinches no es amor.

Lamentablemente nuestro país tiene matrimonios inmaduros y divorcios irresponsables, donde los únicos perjudicados en sus emociones, son nuestros amados niños; ellos son víctimas de la incongruencia de los adultos.

Les decimos que la verdad es un valor fundamental y a la vuelta enfrente de ellos, decimos las mentiras más viles; les inculcamos el respeto y observan cómo nos burlamos de los demás; les hablamos de paz y provocamos la guerra en el hogar.

El Salmo 127 menciona que la herencia preciosa de los padres son los hijos; hoy en día, en diversas ocasiones, los niños manipulan y chantajean a los padres y los padres se dejan manipular por sus hijos cual marionetas en el guiñol.

Por lo tanto, ¿dónde queda esa herencia preciosa? Tristemente queda en grafías, ya que es un bajo porcentaje aquellos padres que realmente cumplen tan digna misión de cuidar y velar por la integridad física, psicológica, moral y espiritual de sus hijos; sin dejar de reconocer que existen padres de familia comprometidos en la educación integral de sus hijos.

Nunca es tarde para comenzar de nuevo y si eres un adulto que adolece de cómo tratar a un niño, no estás solo, busca ayuda y sana al niño interior que tú llevas dentro y está lastimado.

Así evitaremos lastimar a los niños de hoy, dejemos de culpar al gobierno incompetente que tenemos y hagámonos responsables de lo que nos toca al respecto de la educación de nuestros niños.

Adulto: sana a tu niño interior y aprende a disfrutar del aquí y el ahora que la vida te ofrece.

¡Feliz Día del Niño!