La generación de cristal

 

Hoy quiero compartir con ustedes mi preocupación por el futuro de la sociedad de nuestro país, en cuanto a educación socioemocional se refiere.

Seguramente han escuchado hablar de la “generación z” o generación de cristal: se caracteriza por seres humanos intuitivos, les disgustan la injusticia, discriminación y el trato desigual a los demás.

Lo cual me parece excelente. Considero pueden aportar a la sociedad estos valores que nos hacen falta a las generaciones ochenteras y anteriores.

Sin embargo, hay algo que me ha decepcionado sobremanera: los niños post pandémicos y los papás de algodón.

Los niños que estuvieron encerrados dos años en casa a causa de la pandemia hoy son poco tolerantes, berrinchudos, atenidos, sensibles, voluntariosos y, por si fuera poco, las indicaciones e instrucciones no son lo suyo.

Desde mi experiencia, no saben interpretar lecturas tan simples como “colorea de amarillo”, y aunque usted no me lo crea me preguntan: “¿Qué tengo que hacer?”.

Al responder: “Lee y realiza la acción”, los padres de familia, cuales fieras en hambruna se nos vienen a la yugular a los maestros, diciendo que los lastimamos emocionalmente y atentamos contra sus derechos.

Es realmente sorprendente el proceder de los padres de algodón. Es decepcionante observar a veces que tras la mentira o manipulación de un niño haya la reacción reptiliana de un adulto, echando culpas a los maestros, a los directivos y al sistema escolar creyéndose a sí mismo la fatal mentira de ser los mejores padres porque sus hijos los manipulan cual marionetas en un circo.

Mi preocupación es lo que nos espera a las generaciones ochenteras y anteriores. ¿Se imaginan un gastroenterólogo con este tipo de educación emocional? Seguro no sabrá diferenciar el intestino grueso del delgado porque atentaban contra sus derechos cuando le exigían respuestas claras y concretas en un examen.

O una enfermera que desconozca las unidades de temperatura porque sus padres denunciaron al maestro de matemáticas que le pedía ser concreta en sus cálculos y conversiones.

¿Padres de algodón, hijos de cristal? Yo les llamaría “padres de humo, hijos de  vidrio soplado”, porque el cristal es más resiliente.

Papás: no dañen a sus hijos haciendo lo que ellos quieren. Sé que lo hacen cegados por el amor; sin embargo, no están aportando nada grato al bien estar social.

No culpes a nadie de tu carga emocional al no ser el padre ejemplar que quisieras; no hay padres ejemplares, hay padres que caminan por el sendero de la rectitud, y sus hijos siguen sus pasos… eso es ser un padre ejemplar.