¡Que nunca nadie te diga cómo vivir tu vida!
Durante muchos años los seres humanos pasamos parte de nuestra vida buscando y adaptándonos a lo que las demás personas esperan o quieren de nosotros.
Cuando somos pequeños nos condicionan con frases como: “Si te portas mal viene el coco”; “Si te portas bien te compro tal o cual cosa”; “Si sacas buenas calificaciones te daré lo que deseas”; “Si eres obediente los Reyes Magos te traerán regalos”; y puedo seguir enumerando una serie de tonterías que condicionan a todo mundo a “ser mejor”.
Si los niños supieran que eso sólo los llevará a ser adultos frustrados, envidiosos y con poca inteligencia emocional; todos denunciarían a sus padres que los condicionan como animales.
Yo te digo que si quieres reír, ríe; si quieres llorar, llora; si quieres bailar, baila; si quieres cantar, canta; si quieres hacer ejercicio, hazlo; si quieres aprender cualquier disciplina, apréndela; si quieres evitar personas tóxicas, evítalas, y no te sientas comprometido con nada ni nadie que no vaya de acuerdo a tu forma de ser.
Nunca te compres amistades a cambio de hacer lo incorrecto, esos no son tus amigos, son personas que te quieren ver igual o peor que ellos, marca la diferencia haciendo lo correcto.
Estamos tan atentos al “¿qué dirán?”, que se nos olvida quienes somos; perdemos nuestra esencia por tan poco y la dignidad no tiene precio.
Cuántas veces te has dejado comprar por un piropo, por un regalo, por una baratija; recuerda que la dignidad de ser tu mismo es un derecho universal y no tienes por qué avergonzarte de lo que eres.
Todo lo anterior se vale siempre y cuando no afectes la dignidad de otros, porque donde termina tu dignidad, comienza la de alguien más.
Vive en plenitud, que la vida es un suspiro y tu paz mental no es negociable.