Primeras salas de cine en Pachuca

 

Cinco años después de que los hermanos Lumiere exhibieran las primeras vistas cinematográficas en el sótano del Grand Café de París, en el número 14 del bulevar de las Capuchinas, a unos pasos de la Ópera de París, el 28 de diciembre de 1895; don Camilo Santillán, logra en 1901 instalar, la primera sala de cine en Pachuca, un jacalón que inclusive, así se llamó, ubicado al Sur de la entonces Plaza de las Diligencias –hoy de la Independencia– donde se cobraban 5 o 10 centavos, según si el espectador se sentaba en banca o en silla, en tal lugar los asistentes pudieron observar y pasmarse con las “vistas” cinematográficas “Llegada de un Tren a la estación de Ciotat” o “La salida de las fábricas Lumiere” y hasta el breve gag adaptado de una tira cómica, intitulado “El regador regado”. “El Jacalón” se incendió a mediados de 1902, pero inauguró una larga y fructífera historia del séptimo arte en la ciudad.

Para 1906, José Bustamante Valdés y Enrique Rosas, rentan la sala del Teatro Bartolomé de Medina, donde realizan funciones de cine, los lunes y miércoles de cada semana, y un año después los señores Iracheta y Díaz, inauguraban en la calle de Leandro Valle, el Salón Verde, primera sala permanente de cine, que funcionó por más de diez años.

Pronto surgieron más, en 1909, el Salón Iris adaptado en un anexo del Hotel Grenfeell, con entrada por la calle de Doria; en 1911, Ramón Díaz inaugura al norte del Portal Constitución el Cine Palacio; a principios de 1918 José Paz Moreno abre el Salón Blanco en la esquina de Guerrero y Bravo, que, adquirido por don Enrique L. Pineda, se convierte a principios de la década de los veinte, en el Salón Rojo, el éxito de esta sala animó a su propietario a construir en ese mismo sitio un gran teatro para la exhibición de las ya cientos de películas que se producían en México y el extranjero, así, el 2 de mayo de 1926, se inaugura el Cine Pineda, que después de haberse incendiado en 1953, dio paso al popular Cine Alameda.

Para 1928, dos salas se suman a las existentes, las de los Cines, Olimpia en la Plaza Independencia y el Génova, ubicado en la calle de Matamoros, que más tarde se convirtió en Granat; en todas ellas se exhibieron películas mudas, complementadas con diversas piezas musicales, ejecutadas por diestros, aunque desconocidos pianistas que así se ganaban la vida.

Continuará…………

 

«Salida de una matiné dominical en el Cine Pineda en 1929»

 

SJA