Los Cines en Pachuca
El 27 de octubre de 1944, inició actividades la moderna sala del Cine Reforma, con el estreno de la película “Gran Hotel” de Mario Moreno Cantinflas, pantalla en la que se exhibirían películas como, “Casablanca”, “Días sin Huella” y otros éxitos de los años cuarenta, unidos a los grandes éxitos de la etapa de oro del cine mexicano protagonizados por Jorge Negrete, Pedro Infante, Gloria Marín, María Félix, Joaquín Pardavé o los hermanos Soler, solo por mencionar a los más taquilleros.
Durante las dos décadas siguientes, solo tres cines lograron sobrevivir: El ya referido Reforma, dedicado a estrenos, el Alameda para películas mexicanas y el Iracheta para las extranjeras a cuyas pantallas llegaron las millonarias producciones de la época: “Ben Hur”, “Los Diez Mandamientos”, “Amor sin Barreras” etc. que dieron al séptimo arte trascendencia universal.
En 1969, se inauguró el cine S.N.T.E., propiedad de la sección XV del Sindicato de Maestros y en 1974, después algunas modificaciones al antiguo auditorio –adaptado en el conjunto San Francisco– abrió sus puertas el Cine San Francisco. Un año después, es demolido el Cine Reforma cuyo equipo de proyección se llevó al nuevo Auditorio del Estado construido en la Avenida Juárez, donde continuó por cerca de 20 años, pues fue demolido en 1994 para establecer en su lugar el Jardín del Maestro.
La aparición en los últimos años del siglo XX, de las películas caseras en video cinta, coadyuvó al cierre de las viejas salas cinematográficas, primero la del S.N.T.E., luego la del Iracheta, finalmente las del Alameda, San Francisco y Auditorio; vinieron entonces pequeñas salas en Plaza Independencia y Plaza 2000, que tras su cierre han dado paso a los modernos cinematógrafos establecidos en plazas comerciales.
Mucho contrasta la modernidad de los actuales salas con aquellos jacalones adaptados a principios de siglo XX y aún con los teatros cinematográficos de mediados de la centuria anterior. Como olvidar las funciones populares que por un peso veinticinco centavos, podían verse tres películas, en prolongada sesión de cinco horas y recordar al vendedor de golosinas que caminaba por los pasillos durante la función pronunciando el acostumbrado Pst.. Pst… y al que se llamaba de la misma manera para que nos surtiera de pastes, refrescos o palomitas, todo ello aunado a las travesuras que cotidianamente hacía algún gritón en medio de las más importantes escenas de la película en turno, pero esto no es hoy más que nostalgia …..¿No cree usted?
Adefesio Reforma en 1958 -hace 50 años-.
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