Fotografía: Especial

En la localidad “El Palmar” en el municipio de Meztitlán existe una comunidad con alto rezago social, en donde a se acostumbra a dar de beber alcohol a los niños de 3 años, situación que ha sido detectado por organizaciones que plantean intervenir para frenar esta práctica.

La fundación  “Construyendo Esperanzas” está organizando estrategias para evitar que el consumo de bebidas alcoholicas continúe en esta comunidad, de acuerdo con Kenia Montiel, titular de dicha fundación.

La activista comentó que el nulo acceso a servicios básicos es uno de los principales detonantes de esta práctica. La comunidad El Palmar está ubicada en el lugar número uno del país en consumo de alcohol “como allá no cuentan con servicios básicos, tradicionalmente los niños consumen pulque o agua ardiente desde los 3 añitos” explicó.

Informó que, si uno va de visita a las 2 o 3 de la tarde, ya se puede observarr que los jóvenes están en estado de ebriedad. El tema del alcoholismo es una enfermedad en El Palmar, y este mal se trabaja con alianzas de expertos en el tema.

Desde hace 8 años la fundación Construyendo Esperanzas ha intervenido en procesos autogestivos a la localidad, es decir, en vez de brindarles despensas, les brindan la materia prima, como animales, vacas y semillas para que ellos puedan salir adelante por sí solos y no esperen nada del gobierno.

También se han generado captaciones de agua a partir de sistemas de ferrrocemento “algunos tienen huertos, módulos apícolas y avícolas dependiendo de la necesidad de la familia”.

Pero el problema es también cultural, desafortunadamente algunas personas se han acostumbrado a las despensas, y no quieren trabajar por su cuenta, sin embargo, los voluntarios de la fundación los alientan “ellos no necesitan de nadie, no están destinados a ser pobres, tienen una gran riqueza en la naturaleza”.

Destacó que algunas semanas el equipo de trabajo “Construyendo Esperanzas” se quedó en la localidad para encontrar respuesta a la inefectividad del dinero y “ecotecnia” que se les brindaba y se percataron que había serios problemas con la desigualdad y el machismo.

Comentó que el proyecto inició hace 8 años, cuando Kenia y unos compañeros al hacer una visita a la comunidad para regalar juguetes una señora les agradeció y les dijo “gracias por los juguetes, es la única forma de olvidarnos que tenemos hambre” y fue ahí donde empezó la fundación.

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