La comunidad como factor fundamental

En la columna anterior platicábamos sobre la importancia de los colaboradores, de los proveedores y claro, de los clientes. Esta semana quisiera enfocarme directamente a un protagonista que poco a poco va tomado mayor relevancia, la comunidad. La empresa es un ente creado para la generación de riqueza, eso es lógico y es su deber ser, pero eso no implica que esta riqueza deba ser creada a pesar de la comunidad. Las empresas deben acompañar a las comunidades; ser ese elemento dentro de ellas que generan riqueza para todos, gracias al empleo y a la derrama económica que se deriva.

Cuando una compañía llega a un lugar y no lo detona de nada sirve que haya puesto sus instalaciones ahí, peor aún cuando llega y daña la zona, con conciencia o sin ella. Durante años esto ha sido una tendencia que ha evolucionado. Antes, para decidir una compra, poco nos preocupaba el origen de las cosas, quién las hacía y cómo estaban hechas. Y esta falta de interés nos hizo dejar de ver los problemas que hoy tenemos como la reglamentación sobre el trabajo infantil, la esclavitud, la contaminación y muchos otros temas sociales. Sin embargo, los consumidores nos hemos vuelto más exigentes con las empresas para que estén reglamentadas y sean conscientes sobre el impacto, negativo o positivo que pueden detonar en una comunidad.

Muchos empresarios dirán, “siempre lo he hecho así y me ha ido bien”. Efectivamente ese era un modelo económicamente efectivo, pero socialmente erróneo. Seguramente hemos escuchado de la generación Y o millenials, una de la generación mas educada de la historia y con mucha mas información y requerimientos y por si fuera poco una de las mas grandes. A esta generación le sigue la Zentenial, una generación, afortunadamente, mucho mas exigente en el origen, mucho mas informada, mucho mas consiente. Bueno y ¿de qué nos sirve saber esto? Pues simplemente porque si queremos mantenernos en el futuro como empresa debemos atender a las exigencias de los tres grupos clave que están o estarán vinculados con nosotros: los consumidores, los colaboradores y los proveedores.

Y algunas personas me dirán, “yo no tengo en mi empresa como tener esa conciencia social o a mi de qué me sirve, a mi ellos no me comprarán…” A pesar de esta forma de pensar, al final todos formamos parte de una cadena de valor, una cadena de suministro que será evaluada por todos los actores. Seguramente hace años, esa frase de muestra falta de conciencia social, la tenía el fabricante de tennis que explotaba niños en Asia, y cuando el escandalo explotó perdió a su cliente.

Comprometerse con la comunidad no solo se trata de buscar ser buenas personas – que eso nunca esta de más- pero si ese no es el motivo, entonces puedes tener el siguiente: el que tu empresa pueda subsistir en un mundo cada más informado y que busque un mejor futuro para seguir vendiendo y generando riqueza. Esto no puede ser “de dientes para fuera” porque eso se nota, la integridad y la coherencia es algo que no se compra y no se finge.

 

 

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