Fotografía: Especial
Para fomentar prácticas sustentables en la producción agrícola y desincentivar el uso de agroquímicos, la Unidad Regional Hidalgo del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) está estudiando la milpa como práctica agrícola de conservación para evitar el deterioro del suelo.
Se estudia la milpa del Alto Mezquital porque es un policultivo que cumple con los principios de conservación, ya que la agrobiodiversidad allí generada es la principal estrategia que los productores utilizan para enfrentar la incidencia de plagas en sus cultivos, pues con el maíz nativo crecen el frijol, calabaza, tomate, chile, árboles frutales y plantas silvestres, entre otros.
Si bien este tipo de práctica permite preservar la alta diversidad genética de las especies nativas, su implementación ha ido disminuyendo y es necesario estudiar los beneficios de estos microorganismos que surgen a raíz de implementar esta práctica en otros cultivos para determinar su impacto en el control biológico.
Debido a que estos microorganismos tienen la capacidad de controlar a los agentes patógenos, esto representa una alternativa viable para la sustitución gradual de plaguicidas, mismos que si bien permiten un control de plagas, sus efectos dañan tanto a la salud como al medio ambiente.
Como parte del estudio se ha establecido una estrecha vinculación con pequeños productores de maíz de los municipios de Santiago de Anaya y Cardonal, en donde se han aplicado exitosamente estos microorganismos para combatir los daños causados por las plagas que afectan a sus cultivos.
Esto permitiría fomentar e incrementar el manejo sustentable de los suelos agrícolas a fin de que productores hidalguenses puedan transitar hacia el uso de estrategias tecnológicas más benéficas con el medio ambiente, así como al implementar prácticas e insumos agroecológicos seguros para la salud humana.