Fotografía: Especial

 

 

El sábado pasado comenzaron a circular, primero en las redes sociales y luego en agencias de información internacional como Reuters, AP y AFP, imágenes de decenas de cadáveres de civiles abandonados en las calles de Bucha, una ciudad en las afueras de la capital, Kiev.

Los cuerpos yacían en las vías, arriba de sus coches, atorados en bicicletas, incluso, cuerpos de civiles ejecutados con las manos atadas a las espaldas.

El alcalde de Bucha, Anatoli Fedoruk, anunció que tras la retirada de las tropas rusas, las calles del suburbio habían quedado sembradas de civiles muertos. «Algunos estaban tirados en la acera, otros al lado de un coche o de una bicicleta,» afirmó en un vídeo difundido por Facebook en el que contó que 280 cadáveres habían sido enterrados ya en una fosa común ya que el cementerio municipal está inhabilitado.

El ministro de Relaciones Exteriores ucraniano catalogó el escenario de «masacre deliberada», el jefe del Consejo Europeo habló de «atrocidades», mientras que Human Rights Watch señaló «crímenes de guerra».

Por su parte, Moscú rechazó las acusaciones en su contra y apuntó al Gobierno ucraniano usar las fotografías como una “provocación”.

“Todas las fotos y videos publicados por el régimen de Kiev, que supuestamente dan testimonio de crímenes del personal militar son otra provocación”, informó el Ministerio de Defensa de Rusia en su cuenta oficial de Telegram.

 

YOG