Fotografía: Nelly Téllez
La existencia de bots, trolls o fake news en las redes sociales no hace de las mismas espacios menos políticos, al contrario, son fenómenos que por sus características y su uso posicionan a Twitter como el espacio político ideal para analizar todos estos aspectos que tienen una relación directa con la política tradicional.
El director del Observatorio Política y Redes Sociales y académico de la Escuela De Gobierno de la Universidad Central de Chile, Nicolás Freire Castello, impartió la conferencia «Política y Redes Sociales: Desmitificar para comprender el uso político de la comunicación digital» en el Instituto Estatal Electoral de Hidalgo (IEEH), donde explicó como estos fenómenos no deben eliminarse de los análisis científicos.
Indicó que si bien estos son elementos de distorsión de la realidad, en la política electoral existe la propaganda en su lugar, ante esto realizó una comparativa del papel que cumplen estos fenómenos hoy en día con los que se encuentra uno en las campañas con los acarreados, los que se dedican a crear chismes o rumores y ayudan a movilizar para tratar de generar eco.
Solo que anteriormente se hacía a la vieja usanza y a través de canales distintos, la diferencia es que hoy estas mismas acciones están digitalizadas y se pueden viralizar más porque existe un mayor acceso a las cuentas, porque en Twitter las cuentas se estima que únicamente cerca del 3 por ciento de los usuarios tienen su cuenta privada, caso contrario con Facebook, donde en este mismo porcentaje tienen su cuenta abierta.
De ahí que destacó los beneficios sociales y políticos de analizar los comportamientos que se presentan en cada momento, pues incluso en los medios de comunicación de otra índole sus contenidos tienen un porcentaje de referencia y/o sustento en Twitter.
Ante la pregunta de cómo regular estos espacios, advirtió que a su consideración no se debe de hacer, porque al tratar de controlar la existencia de estos elementos, limitaría sin dudas todos aquellos elementos que abonan a la transparencia y a la fiscalización ciudadana; pero lo sí valdría sería limitar a las autoridades y actores públicos en cuanto a su comportamiento para que no afecten el equilibrio de las contiendas electorales porque de esos sí se pueden hacer responsables.
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