Paga tus deudas emocionales
En estos tiempos de carestía dicen por ahí, donde sucede lo que antes nunca, la mayoría de las personas están vendiendo sus cosas, haciendo bazares, ofertando sus objetos de valor a los mejores postores.
Qué triste es observar cómo se deshacen de sus objetos para pagar deudas de banco, de aparatos electrónicos, de tiendas departamentales, algo que para muchas personas son pagos, pagos y pagos pendientes.
A veces llega la desesperación al no completar los montos y empieza el estrés, la angustia y desesperación desmedida; imagínense si así reaccionamos ante las deudas materiales ¿cómo debiera entonces manifestarse nuestro ser ante las deudas emocionales?
Las deudas emocionales no nos sorprenden ni nos asustan tanto como las deudas materiales, y son a las que más importancia debiéramos tener, no porque las otras deudas no sean importantes, sino porque son las que hieren, lastiman y perduran a veces eternamente.
Una deuda emocional es el daño causado a otra persona, con o sin dolo de nuestra parte, pero que aflora sin duda alguna la falta de compromiso al no cumplir con un comportamiento que demuestre nuestros valores; y que al no cumplirlos tiene por consecuencia la desesperanza, frustración y desequilibrio emocional.
Para pagar las deudas emocionales lo único que debemos hacer es reparar el daño causado, y es un evento que cuesta mucho trabajo, sin embargo vale la pena, porque así como nos sentimos satisfechos cuando saldamos una deuda monetaria, la sentiremos a plenitud cuando saldemos las deudas emocionales.
La deuda emocional se repara con una disculpa sincera hacia la persona que agredimos, así de simple, y eso es lo que más nos cuesta, reconocer que nos equivocamos, que tuvimos una mala conducta.
Una actitud negativa es de las acciones que más cuestan porque tendemos a decir “es que me hizo”, “por su culpa me pasó”, y se nos olvida que los únicos responsables de las emociones recibidas somos nosotros.
Con el confinamiento se ha hecho presente la conducta de la ira con más intensidad hacia los que nos rodean; reconozcamos y paguemos las deudas emocionales con quienes más amamos.
Y ante todo, págate a ti tus propias deudas emocionales que causas cuando te has agredido no aceptando la maravillosa persona que eres y queriendo ser quien no eres ni puedes ser.