Texto y fotografías: Esmeralda Canales

Alrededor de 1960 la región Otomí- Tepehua atravesaba por una crisis económica y de carencia alimentaria, fue cuando Josefina José Tavera, indígena Otomí, preocupada por alimentar a sus hijas pensó en comprar un pedazo de manta y plasmar dibujos para después bordarlos y vender su trabajo para poder solventar algunos gastos. Los dibujos y colores que utilizó fueron inspirados en la flora y fauna de la región.

Cuando la obra estaba terminada, Josefina se la dio a su madre para que la ofreciera o la intercambiará por alimentos en el tianguis de Pahuatlán, Puebla, a donde acudía a comprar alimentos.

Pronto encontró comprador pues el bordado llamó la atención de un comerciante debido a su colorido y originalidad. Se sabe que el comprador posteriormente ofreció el bordado en la ciudad de México, el impacto de la artesanía fue tal que le solicitaron más piezas, por ello regresó a buscar a la creadora del bordado para pedirle que elaborara más.

Ya que se trata de una artesanía que requiere un largo tiempo para realizarla, Josefina le enseñó a otras mujeres de la comunidad de San Nicolás a bordar con el estilo que había inventado, para poder cumplir con las piezas solicitadas.

Fue así que la mayoría de la población de San Nicolás comenzó a aprender la nueva técnica, tanto para dibujar como bordar, creando miles de piezas que se han distribuido a todo el mundo, bordados que son conocidos como tenangos debido a que la comunidad de San Nicolás pertenece al municipio de Tenango de Doria.

No obstante el valor cultural que se le ha otorgado a los tenangos, la señora Josefina falleció este 19 de mayo, esperando que la artesanía contara con la protección debida, ya que, hasta ahora las y los artesanos de San Nicolás siguen luchando para obtener precios justos y frenar la piratería.

Los restos de la señora Josefina descansan en el Panteón de su comunidad, hasta donde fue acompañada por familiares, vecinos y artesanos indígenas.

 

SJA