Elisa Acuña Rosseti. Maestra, periodista y revolucionaria hidalguense

 

“Al igual que muchas de sus contemporáneas, se dio cuenta que la Revolución no había beneficiado a la población femenina, la cual continuó sin ser considerada como una ciudadana con derechos, entre ellos el voto, motivo por el que se unió con personalidades como Julia Nava, Luz Vera, Elena Torres y Eulalia Guzmán. Todas ellas feministas declaradas y luchadoras incansables que a través de una publicación llamada ‘La Mujer’, acusaban a los hombres que hicieron el movimiento revolucionario de no haber reconocido su valor y afanes en los campos de batalla y expresaron: ‘Queremos a la mujer fuerte, instruida, compañera de trabajo, ni esclava ni tirana. Queremos la emancipación de la mujer y la libertad de la humanidad’.

MUJERES DE 1910

 Elvira Hernández Carballido

 

Elisa Acuña Rosseti nace en Real del Monte en el año de 1872, casi a la par que el estado de Hidalgo surgiera a la vida institucional (1869).

Hija de Antonio Acuña, originario de Atotonilco el Grande, y Mauricia Rosete (aunque lo escribía Rosseti), esta poblana. Estudió la carrera de maestra y se graduó en 1900, época en que las mujeres comenzaron a “considerarse” en la educación rural, siempre y cuando fueran viudas o solteras, para que soportaran las condiciones de aquellas regiones, situación a la que se opuso; esto sin duda fue forjando su carácter y su conciencia social.

Elisa Acuña se desempeñó como periodista anarcofeminista, siendo una de las primeras en escribir sobre los temas de exclusión y desigualdad de las mujeres, distinguiéndose por sus escritos críticos en los periódicos Excélsior y El Duende de Veracruz, en contra de la dictadura de Porfirio Díaz.

Formó parte de Club Liberal Mexicano en su directiva y como tal firmó el “Manifiesto a la nación del Club Liberal; Ponciano Arriaga”, con el cual se exigía respeto a la libertad de expresión y a la organización demás más clubes liberales.

Por sus actividades revolucionarias en contra de la dictadura de Díaz, fue encarcelada por primera vez en la prisión de Belem junto con los hermanos Flores Magón; su encierro no impidió que siguiera escribiendo sobre sus ideales en periódicos como “Fiat Lux” y ya liberada en “Vesper” y “Tarde” de San Antonio Texas.

Continuó con sus actividades políticas, en buena parte enfocadas a los derechos de las mujeres trabajadoras, esto y su oposición al régimen opresor la llevó a ser nuevamente encarcelada pero ahora en la cárcel de San Juan de Ulúa.

En plena época revolucionaria continuó con su activismo y fue una pieza clave entre el partido de Emiliano Zapata y el grupo de Carranza.

Elisa Acuña es muestra de millones de mujeres en México que se enfrentan a los estéreo tipos de género, en su vida social, en sus trabajos, en la veda de actividades en donde los hombres menos precian sus merecimientos y no permiten su crecimiento.

Esta mujer, cuyos restos descansan en la rotonda de las y los hidalguenses ilustres, es ejemplo de perseverancia en los ideales de una forma de ver la realidad distinta a los formatos establecidos, a las costumbres dominadas por los prejuicios de la época, a lo que parece que ya pasó, pero persiste, a un pasado doloroso que adquiere nuevas y sofisticadas formas de herir para justificar lo injustificable.

Esto es lo que hace trascendente de colocar en los muros del Congreso del estado el nombre con letras de oro de tan destacada dama.

A partir del pasado 26 de julio, la luz aurea de las letras de su ilustre nombre brillan, no para la satisfacción de su descendencia sino para iluminar el camino de muchas mujeres que se identificarán con su historia que es pasado, presente y futuro de la lucha constante de quienes en su momento se han visto detenidas, limitadas o acosadas por circunstancias que el valor de Elisa será su ejemplo, pero más importante una forma de ver la vida.

 

Visionare. Las grandes vidas trascienden y unifican el actuar hacia el futuro.

 

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