Sanemos las heridas de la infancia

 

¿Qué tal están mis amados lectores? Deseo tengan un día lleno de bendiciones, abundancia y prosperidad.

Te resuena el leer: “Mi esposo, mi esposa… no me entiende”; te resuena el leer: “Me tiene fastidiada, pero me aguanto por mis hijos”.

Creo que a todos nos resuenan estas frases tan chocantes e hirientes a la vez. ¿Hirientes? Sí, hirientes. Qué pena da escuchar a alguien decir eso… ¿que acaso la pareja no es para vivir en plenitud?

El día de hoy compartiré un dato curioso.

Sabías que cuando peleas con tu pareja, no peleas con ella, sino con tu niña o niño interior que está herido y reclama de mamá o de papá, ese amor que en determinado momento de la vida se convirtió en rechazo, abandono y miedo.

Te daré dos ejemplos… el primero: un hombre puede desvivirse por ti, estar interesado en ti, ser detallista, sincero, entregado, trabajador y a ti no te cae bien nada de eso; al contrario, lo rechazas, peleas, pones mala cara.

Y si la mujer tiene heridas de rechazo, rencor y miedo a su padre, quizá este hombre no logrará nunca que la mujer le corresponda.

Segundo ejemplo: una mujer puede esforzarse, estar al pendiente del hombre, ser leal, atenta, fiel, cariñosa y el hombre la rechaza.

Aquí sucede que él está expresando la rabia que tiene en contra de su madre por el abandono, rechazo y miedo; así la mujer de la vida por él, no podrá vivir feliz en pareja porque el amor de ella, no tiene significado para él.

Conclusión: mientras no sanemos las heridas de la infancia no podremos ser felices en pareja. ¿Te checa? Ponte atento, atenta y modifica si algo de aquí te resuena. Estoy para apoyarte.

¡Sana y vive feliz!