Los Cines en Pachuca

 

En los años veinte del siglo anterior, debido al grosor del celuloide y la rapidez con la que debían reproducirse los cuadros filmados, resultaba imposible que las proyecciones duraran arriba de 9 o 10 minutos, por lo que la sesión se interrumpía frecuentemente, obligando a seccionar la trama en episodios.

Debido a esto, la exhibición de una película completa se seccionaba en dos o tres días, lo al que obligaba al espectador, si es que quería ver la trama completa, a asistir a dos o tres sesiones y a pagar los consabidos boletos de ingreso dos o tres días seguidos; sin embargo, la competencia entre las diversas salas cinematográficas surgidas en aquella década obligó a los propietarios a atraer a los cinéfilos, proyectando en una sola sesión las películas de estreno, por lo cual anunciaban en las carteleras del “El Observador” aquello de “El Caballero Negro. Película en dieciséis episodios que se exhibirá completa el día de hoy”, así una sesión completa duraba de las 4 de la tarde a las 8 de la noche.

En 1928, cuenta el preofesor Rafael Cravioto, en su Libro Memorias de un Adolescente, llegó a Pachuca “El Submarino”, primera película sincronizada, con aplicación del sistema vitáfono, que usaba discos en los que se encontraban grabadas voces y sonidos ambientales, por lo que el operador tenía que hacer coincidir la proyección con el sonido del disco y cuando esto no sucedía, agrega don Rafael, se armaba “la jicotera” entre los asistentes, que al grito de cácaro, convertían la sala en un pandemónium.

La década de los treinta trajo consigo el cine sonoro y con él llegaron los grandes rodajes como “El Expreso de Shangai”, “El Delator”, “El Secreto de Vivir” y desde luego en 1939 “Lo que el Viento se Llevó”, asimismo llegaron las películas mexicanas “Santa” y “Allá en el Rancho Grande”, solo por mencionar a las más taquilleras.

Es en este periodo cuando abre sus puertas en las calles de Guerrero el Cine Iracheta, llamado el Cine de Sociedad Pachuqueña, debido a lo suntuoso de sus decorados interiores y lo mullido y cómodo de sus asientos forrados con terciopelo rojo.

En 1943, fue arteramente demolido el teatro Bartolomé de Medina, para construir en su lugar una terrible mole de concreto y acero que el pueblo pachuqueño denominó como “Adefesio Reforma”, en el que se instaló una amplia sala cinematográfica perteneciente a la Cadena de Oro, empresa propiedad del señor Maximino Ávila Camacho, hermano del presidente de la República y a quien se debió la destrucción del gran teatro de la ciudad.

Continurá……..

 

«Cine Iracheta fotografiado en el año de 1940»

 

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SJA