Esther Vimartí
La semana pasada escribí acerca de los padres de familia sobreprotectores y les invité a manifestar
su amor de una manera congruente. Hoy quiero felicitar a aquellos padres de familia que están
atendiendo de forma óptima a sus hijos, adaptándose con este nuevo estilo de crianza: el estar en
casa y educación en línea. Dos aspectos nada fáciles de llevar a cabo. Todo un reto para las familias
que además de carecer lo básico, atienden lo prioritario.
Felicidades a los padres de familia que enseñan a sus hijos a adaptarse; que en lugar de culpar a
docentes, asumen sus consecuencias; que favorecen el desarrollo integral de sus hijos
acompañándoles en esta hermosa vida con apoyo de impulso, de autocontrol y buen manejo de sus
emociones.
Nada fácil esta tarea, la crisis sanitaria ha impactado en la infancia en su educación académica y
salud emocional. Al principio fue una gran noticia el no asistir al colegio, los chicos festejaron unas
vacaciones inesperadas y sonó a vivir una aventura fantástica; hoy, a los ocho meses del sano
encierro ya no es una aventura, es una imposición, no ven a sus amiguitos, ni a sus familiares, lo
cual está causando duelos, pérdida del sentido de pertenencia, impacto en la socialización al no
convivir con sus iguales. Sin embargo, es lo que hay, es lo que hoy por hoy nos toca vivir y
adaptarnos.
¿cómo gestionar la calma de nuestros niños?
1. Háblales con la verdad.
2. Estructura horarios y rutinas.
3. Dibujar o escribir lo que piensa.
Todos en el mundo estamos preocupados por el futuro de estos pequeños, ya que sin duda en su
edad adulta tendrá consecuencias lo que ahora están aprendiendo a realizar en cuanto a la falta de
socialización con sus amiguitos. En casa es de suma importancia adaptar en el horario actividades
de juego que favorezcan el no sentir el estrés causado por el sano aislamiento. Y felicidades una vez
más a los padres de familia que llevan a cabo estas estrategias y que así manifiestan el amor por
sus hijos y no sobre protegiéndolos y haciendo la voluntad de sus chiquillos.
Todo por amor y nada por la fuerza dice el pedagogo José Antonio Plancarte y Labastida.