Fotografía: Nelly Téllez

 

Visitar la Feria de los Angelitos, ubicada en las calles aledañas a la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles en Tulancingo de Bravo es mágico y nostálgico, es de esas ferias que luchan por mantener la esencia de las ferias de antaño, donde la diversión, la alegría, los colores y olores inundan las calles.

Recorrerla es ver y oler la tradición a cada paso, es recordar aquella infancia lejana donde con alegría se acudía para comer churros azucarados, pan de feria recién salido del horno, porque su esponjosidad es un verdadero deleite al paladar, o ese pan relleno de flan rosa, de sopes, guajolotes, esquites, elotes asados, jamoncillo, panlanquetas y obleas.

Pero al mismo tiempo, ver que los comerciantes deben cumplir los gustos diversos de la clientela, para quienes ya esos manjares no son suficientes, pues hay que romper la monotonía y al mismo tiempo se deben ofrecer platillos modernos como pizzas, hot dogs y fresas congeladas.

Uno sigue caminando y los recuerdos van emergiendo con cada objeto, las tazas coloridas de formas extravagantes, el plato, cazuela o jarra de barro que te llevan hasta esa niñez cuando tu abuela te daba un ponche o atole calientito, objetos que no se podían ni debían morderse porque comenzaban a desmoronarse.

Sí, definitivamente es de esas ferias que no importa cuántas veces las visites, siempre te trae una sonrisa o una ligera decepción porque uno siempre se terminaba ganando un premio que uno no quería y todo por no lograr jugar tan bien las canicas o atrapar los pescados, juegos tradicionales que hoy sobreviven y se resisten a desaparecer.

Los juguetes de madera no pasan desapercibidos persisten los baleros, camitas, trenes, tractores, las réplicas de trastos de comida en barro, las marionetas o futbolitos de madera, de yoyos, de artesanías de shakira, de ropa hecha de manta bordada o prendas de lana. Aunque también están los elementos modernos como los juguetes de plástico, la ropa en serie, incluso quienes venden objetos para mascotas o plantas.

La Feria de los Angelitos es una feria que obligada porque es de las pocas ferias que preserva esa tradición que da identidad y porque indiscutiblemente tiene algo que atrae, ya sea por su gente o el lugar abierto, porque esta feria se apropia de las calles y sus alrededores. Para este 2018 aún se puede visitar, porque estará hasta el 26 de agosto.

 

SJA