Fotografía: Nelly Téllez

La agricultura itinerante o nómada es una práctica ancestral predominante de las zonas de la Huasteca y la Otomí-Tepehua que debe modificarse y apegarse a otras alternativas de cultivo, pues este sistema no tiene beneficios a largo plazo y únicamente contribuye a la emisión de contaminantes y la degradación del medio ambiente.

Ramón Razo Zárate, coordinador de la maestría en Ciencias y Tecnología Agrícola y Forestal Sustentable en el Instituto de Ciencias Agropecuarias (Icap) de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), refirió que este tipo de cultivo consiste en una agricultura de roza, tumba y quema.

Esta práctica cultural consiste en cortar, tirar y quemar vegetación de un sitio que van a utilizar para sembrar a lo largo de uno o dos años como máximo porque los nutrientes del suelo se agotan, una vez que dejan de obtener buenas cosechas dejan el sitio y migran a otro sitio con esta misma práctica cultural que tiene muchos años de replicarse.

No obstante, esta práctica o técnica tiene graves consecuencias ambientales, pues no solo daña directamente al suelo y causa erosión, sino que además se contribuye a la generación de más dióxido de carbono que contamina al ecosistema e incrementa los niveles del calentamiento global, además de que se destruyen cientos de áreas de vegetación.

De ahí que se deban promover acciones y programas estratégicos que abonen a detener esta técnica en el estado de Hidalgo para que paulatinamente ya no se repita y se fomenten prácticas agrícolas sustentables, amigables, ecológicas y que tengan el mismo efecto de nutrir a la tierra.

 

 

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